30 de julio de 2010

Muse en el Calderón, crónica de un concierto anunciado (y II)

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Son las 22.20 aproximadamente, y los altavoces resuenan con el sonido de una sirena. El espectáculo comienza. Gente enmascarada con banderas en las que se podían leer mensajes como ‘we will be victorious’ u ‘open your third eye’ acompañadas de agitado de bengalas en el escenario dieron paso al primer himno de la noche: Uprising. Matt con la guitarra de doble mástil, Chris siempre perfecto con el bajo y Dom marcando el ritmo con la batería. Todo ello acompañado de una demostración impresionante de luz y de color. 50.000 personas con los puños en alto, coreando que se debe recuperar el poder, que saldremos victoriosos. Aquello ponía los pelos como escarpias.
Nada paraba y se enlazaba Supermassive Black Hole tras Uprising, y después New Born. Esta vez Matt no tocó el intro de piano él mismo, pero seguía sonando tan bien como siempre. El riff de guitarra cayó como una losa, y de ahí hasta el final del tema fue un éxtasis continuo. Le siguió Map of the Problematiqué, con ese inicio característico tan eléctrico acompañado de los miles de watios de luz y sonido que amparaban el espectáculo que la banda estaba brindando a sus miles de fans.
Acabado Map, aparece un piano al lado de Matt. Es el momento de Neutron Star Collision, que pese a ser nueva la mayoría del público corea con emoción. Sin embargo, Matt tampoco tocó la parte final de piano de la canción original…aunque todo quedó perdonado cuando comenzaron los acordes de la siguiente canción.
Se cumplieron nuestros deseos, disfrutamos de Bliss. Los gritos de emoción se desataron con el inicio de la misma, acompañados de saltos durante todo el tema. Increíble vivir en directo una de las canciones que tanto queríamos.
Tras Bliss, llegó una pausa en el concierto con Guiding Light, en el que entraron en acción los cañones de confeti del color del estadio rojiblanco. Aunque la tranquilidad duró poco: Chris y su bajo al frente, llegaba la hora de que se desatase toda la Hysteria. Impresionante mirar a nuestro alrededor y ver a miles de personas saltando y cantando la letra al mismo tiempo.
Tras Nishe y con Matt al piano de nuevo, se encadenaron United States of Eurasia (acompañada del logo del grupo en las pantallas de la pirámide, formado por miles de fotografías de rostros) y Feeling Good. ¿Quién podía decir lo contrario en ese momento cuando Matt cantaba el famoso “I’m felling good”? Después, Chris y Dom en acción tocando la nueva MK Jam en la plataforma giratoria que los elevó por encima de las miles de cabezas de la pista a la altura del primer anfiteatro. Cuando los dos terminan, le llega el turno en la plataforma a Matt, armado esta vez con su keytar al hombro: Undisclosed Desires, preciosa en directo.
Con Resistance volvió a escena la guitarra de doble mástil, y Matt reafirmando así lo que muchos de los asistentes ya pensábamos: es un puto genio musical. El ‘love is our resistance’ resonó en todo Madrid. Acabada Resistance, Matt sorprende a todos y se arranca con un solo de flamenco dedicado al público español que provoca aplausos y vítores del estadio. De repente aparece Dom en las pantallas de la pirámide: lleva unas bragas en la mano lanzadas por alguien del público. Bromea con Matt, y después pide al público que alce las palmas al ritmo de la siguiente canción: Starlight, otro himno histórico más de la banda.
Starlight daba paso a los acordes de House of The Rising Sun, que daría pie al inicio de Time is Running Out y después Unnatural Selection para cerrar la primera parte de un concierto brutal. El ojo que todo lo ve simbolizado en la gran esfera de la parte superior del escenario, así como las proyecciones en la pirámide de imágenes de soldados enmascarados o cócteles molotov, impresionantes.
En el pequeño descanso, el público pide más. Se suceden los gritos de Oés.
Vuelven a salir al escenario, y Dom pide por el micro que levantemos al aire los móviles y los mecheros para la siguiente canción. Unintented comenzó a sonar y la magia fluyó en el aire, momento que continuó con Exogénesis (I) y la salida del majestuoso ovni del que apareció una trapecista en el aire. Nadie miró al escenario en ese instante. El aliento contenido durante esos momentos nos obligaron a soltarlo durante Stockholme Syndrome, que atrapó sin remisión a todos los asistentes. La luz y el sonido se desbocaron desde la pirámide hacia todo el estadio. El primer encore había terminado y volvieron a desaparecer del escenario, quedaba poco para el final. Los Oés reaparecieron.
El fin se acercaba, y Matt abrió el segundo y último bis con Take a Bow vestido con un traje de luces (literalmente, no de torero aunque se lo cantaron) y unas gafas brillantes, mientras se subía a la plataforma volante: “parecía un árbol de navidad”. A partir de aquí, el éxtasis y la emoción fueron continuos hasta el final. Con Matt de nuevo en el escenario principal, el riff inicial de Plug in Baby desató los saltos en el Calderón durante toda la canción, y los globos-ojo comienzan a aparecer como es costumbre por los lados de la pista. Aplausos y más aplausos para el trío de Devon.
Silencio en el estadio: Chris comienza a tocar la armónica. Mientras, Matt juguetea con uno de los grandes focos de luz, dándole vueltas. Es el principio del fin, ninguno de los dos queríamos que acabara. Knights of Cydonia explota por fin y el delirio se desata, había que dar todo lo que quedaba, no habría más. El riff de Matt estalla con el final de la canción, y el Vicente Calderón con él. Nubes de humo con las últimas notas, se acabó. Se oyó como Matt y Dom dieron las gracias por enésima vez en español e inglés, mientras el público aplaudía de manera ensordecedora. Tiran baquetas y púas al público, y desaparecen definitivamente. El espectáculo y una de las mejores noches de nuestra vida acababan de concluir.
Lo que quedó de noche lo comenzamos sentados en nuestros asientos preguntándonos por qué había terminado ya todo, después de cuatro meses esperando ese momento. No queríamos irnos, suponía aceptar el final de todo lo vivido en las últimas horas.
El dieciséis de junio había terminado.

Dedicado a Vero, por ese 16 de junio.

19 de julio de 2010

Muse en el Calderón, crónica de un concierto anunciado (I)

Enero de 2010. Muse anuncia nueva fecha en España, el único concierto que la banda dará en Madrid durante su recién estrenada lista de gira de estadios. Cruces de sms compartiendo el júbilo se suceden. Un mes después, la entrada está comprada y guardada a buen recaudo, algunos simplemente la tuvieron cuatro meses en ningún sitio especial pero siempre a la vista en el escritorio, y otros metida dentro de uno de sus libros favoritos.

Y después de esos cuatro meses, el día 16 de Junio por fin llega. Atrás quedaron meses de espera, de emoción ante la cercanía de la fecha. El camino dejó por medio multitud de conversaciones acerca del evento que todos esperaban, discusiones sobre si el tiempo acompañaría o no, e incluso excursiones buscando una camiseta del grupo para el concierto.
Después de una mañana ajetreada para los dos, entre exámenes y tutorías, quedamos tras el cruce de sms a las 15.30 en el Metro. Tras un rato esperando, toque al móvil. Uno esperando arriba y otro abajo, bien. Nos encaminamos hacia la parada del autobús (sí qué pasa, quedamos en el metro para ir en bus, somos guays) que nos llevará hasta el lugar que para miles de personas será mágico durante unas horas. Pero antes, parada obligatoria en el chino. Si llegan a mirar de cerca las chucherías nos las quitan por arma arrojadiza.

Una vez provistos de chuches para amenizar la espera en la cola, y tras el paseo en bus, aterrizamos en los aledaños del Vicente Calderón a eso de las 16. ¿Colas? Poca cosa, sólo daban la vuelta al estadio. Buscamos la puerta 19 y a Óscar por allí, el muy mamón estaba trabajando en el concierto de vigilante (nosotros pagando y a él le pagaban…). Nos tuvimos que quedar allí: por lo visto la organización era tan mala que nadie sabía cómo iba el tema de las colas, así que la que rodeaba el estadio era para todas las puertas. Esperamos sentados en el suelo y escuchando Citizen Erased para ver si cierta personita cambiaba de opinión respecto a ella, no fuera a ser que la tocasen. Aunque Bliss hacía más ilusión, y si nos hacían caso en las votaciones de la web, lo mismo hasta conseguíamos vivirla. Dos chicas nos preguntan qué puertas tenemos y si hay que esperar ahí. Nos coinciden las puertas, así que se quedan con nosotros. De repente, la gente se mueve, algo pasa. Nada especial, simplemente la cola avanza unos cuantos metros por cuestiones desconocidas. Tras ver que la gente empieza a apalancarse de nuevo, nos volvemos a sentar. Sacamos lo que compramos, habrá que hacer algo mientras esperamos. De repente, algo empieza a caer desde el estadio. Dieciséis de junio, un frío con el que apetecía chaqueta y alguien tirando agua para la gente de las colas…algo falló ahí. Me entró antojo de pipas. ¡Mierda!, se nos olvidó comprarlas. Pero nada falsa alarma, había pipas. Son las 18 y el estadio sigue cerrado a cal y canto. Encima, se oye por allí que España ha perdido contra Suiza. No puede ser, habrá que confirmar la noticia con alguna fuente fiable. Tras la llamada se confirma el desastre, España ha perdido en el partido de debut en el mundial que se supone podemos ganar.

Y por fin abren las puertas del Calderón a eso de las 18.20, aunque las que les dio la gana. Antes de llegar a la nuestra, tuvo lugar el momentazo de la cola. De repente la gente gritando ‘oooh’, ¿el motivo?: relaciona caballo, necesidades biológicas y suelo. Por lo menos nos reímos bastante...

En nuestra entrada ponía puertas 32, 36 y 40. Siguiendo consejos externos, entraríamos por la 32. Error, puerta cerrada y la cola sigue avanzando buscando la siguiente puerta. La 36 está cerca, entraríamos por ahí. Pero nada, tampoco nos la habían abierto…a ver por dónde entramos si la 40 tampoco está abierta, son perfectamente capaces.

Llegamos a la 40 y sí, está abierta, tenía que estarlo. Ya podían ser más amables con la gente los de las puertas, existen mejores formas de decir que no se pueden pasar botellas ni botes (de nestea enteros) para que nos dejemos la pasta dentro del recinto. Vamos hasta la entrada a pista: no cuela, nos miran la entrada y nos mandan a gradas. Eso sí, la primera visión del escenario desde ahí fue impresionante. Después de dar unas cuantas vueltas y de preguntar a un par de seguratas, pasamos del sector en el fondo que nos tocaba según la entrada y buscamos un sitio lo más cerca posible del escenario. Una vez elegido el sitio, sólo quedaba esperar y admirar la grandeza de la pirámide. 

Tras disfrutar del buen gusto del que pinchaba el hilo musical por los enormes altavoces dispuestos para el concierto, y de observar como poco a poco el estadio y sobre todo la pista iba ganando color y cabezas, el griterío de la gente delató la salida al escenario de los primeros teloneros: The Big Pink. Su actuación se resume en sonido pésimo y en batería asiática en bañador. Por narices tenía que tener frío. Después del estribillo del Dominos que se te acaba metiendo en la cabeza hasta el fondo, acaban, dan las gracias y se van. Ya quedaba menos…

Después de un nuevo rato con el hilo musical de fondo (y tras las dificultades para reconocer Time to Pretend, de MGMT), Editors saltaban a escena. Todo lo contrario que The Big Pink: sonido perfecto, calidad en las canciones y cantante carismático que animó y preparó el terreno ante lo que estaba por llegar. Tocaron más canciones que TBP, pero se hizo muchísimo más corto. Mientras disfrutamos de ellos, vemos como detrás del escenario un gran globo de algo parecido al papel albal empieza a hincharse, nos preguntamos qué narices será. Son las 21.40 aproximadamente, Editors se despide agradeciendo y deseando que disfrutemos de Muse. Tranquilo, lo haremos.

Llega el momento que todos aprovechan para ir al baño. Tras los turnos para ir al mismo, vemos que empiezan a salir técnicos de sonido al escenario para probar instrumentos y micrófonos. La personita a la que no le gustaba Citizen Erased se asusta en el baño al escuchar una guitarra. De nuevo falsa alarma, sólo son los técnicos. Son más de las 22 y allí no aparece ni el tato.

Continuará...

13 de julio de 2010

Las otras guerras (19-10-09)

Tras meses y meses de abandono, intentaremos recuperar el hilo del blog. Por razones técnicas he perdido las restantes críticas a los artículos de La Razón realizadas durante la asignatura de Lengua Española. Aún me quedaba uno en el tintero que publicar, con el que daremos carpetazo a la etiqueta de Críticas La Razón.

Resulta difícil entender la fijación de la real academia de adoptar extranjerismos, cuando en la lengua castellana existen términos perfectamente válidos referentes a lo que dicha palabra quiere decir. En este caso, se quiere adoptar la palabra parquin y su plural párquines e incluirla como palabra oficial del castellano con su entrada en el diccionario de la Real Academia Española.

Hay palabras referidas a determinadas cosas que, dado su procedencia extranjera, no existe en el castellano una similar para describir dicha entidad, por lo que en esos casos si es apropiada la adopción de la palabra de origen por ser la que primero cala en el español de la calle y ser la que mejor define el objeto del que se está hablando (sprint, flash).

Pero en este caso, existiendo ya un término adecuado, parece innecesario adoptar una palabra extranjera cuando la palabra aparcamiento es comúnmente usada por la población hispanohablante, aunque también se haya convertido en popular la “versión extranjera”.