15 de octubre de 2009

El luchador solitario (12-10-09)


Lo primero que debo decir es que estoy de acuerdo en que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, debería sentirse orgulloso del empeño puesto en la candidatura olímpica de Madrid para el año 2016 y de la calidad de ésta, posiblemente y a ojos de la mayoría de los entendidos en el tema, la mejor de las cuatro candidaturas presentes en la final. Sin embargo, varias cosas anticipaban la victoria final de Río de Janeiro en los planes del COI.

En primer lugar, Tokio llevaba consigo una losa casi imposible de levantar: la falta de apoyo popular, sumado a la relativa cercanía psicológica (no olvidemos que estamos hablando de los JJOO de 2016) de los Juegos de Pekín hacían perder enteros a la capital Japonesa.

De la candidatura de Chicago se ha venido diciendo que el precedente de los JJOO de Atlanta 96’, que fueron un desastre en cuanto a la organización, fueron el principal problema de la propuesta estadounidense. Pero existe una corriente de opinión que piensa que la actitud indolente de Obama, que recordemos llegó horas antes del comienzo del acto final de la carrera olímpica y se marchó antes de empezar la ronda de votaciones de los miembros del COI, pesó y mucho en la caída de Chicago en la primera de las rondas de votaciones.

Finalmente Madrid, con la falta de lobby sumada a la tan famosa rotación de continentes a su espalda, tampoco pudo superar la candidatura brasileña en la ronda final. Muchos votos europeos de países que pretenden presentar su candidatura a los JJOO del año 2020 fueron a parar a la capital carioca, puesto que si Madrid hubiese sido la elegida para albergar los Juegos de 2016, se cerraría definitivamente la puerta a unos terceros juegos consecutivos en el viejo continente.

Por tanto, aunque Río de Janeiro al principio pudiese parecer el rival más débil, poco a poco se fue beneficiando de los problemas propios y ajenos de cada candidatura para finalmente llegar líder destacada en la carera olímpica.

Por último, me gustaría recalcar la “ley no escrita” de la rotación de continentes. Si se tiene en cuenta, no entiendo por qué no se plasma de manera oficial en las normas olímpicas de elección de ciudades, puesto que se está jugando con el dinero y la ilusión de millones de personas.

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